El Poeta

El Poeta
Juan Sánchez Peláez

Juan Sanchez Pelaez

jueves, 27 de diciembre de 2007

Manuscrito inédito de Sánchez Peláez


Este manuscrito, que encontré hace poco entre los papeles que dejó Juan, comenta sobre cómo escribió "Profundidad del amor", poema que está en su primer libro Elena y los elementos, y que aparece aquí en la primera entrada de este blog.
He aquí la transcripción de este texto:
"Escribí Profundidad del Amor hallándome en Maturín como profesor del Liceo Miguel José Sanz (esto ha debido ocurrir durante los años cuarenta y siete o cuarenta y ocho). Sentí que el poema me era dictado por la rapidez increíble con que se iban sucediendo las frases e imágenes y no lo corregí, y lo dejé intacto una vez concluido. Quiero decir que no hubo retoques en él, (ni con el punto y la coma ni siquiera con una tachadura,) y lo hice permanecer en su estado puro o primigenio."

sábado, 26 de mayo de 2007

4 poemas de Elena y los Elementos (1951)


PROFUNDIDAD DEL AMOR

Las cartas de amor que escribí en mi infancia eran memorias
de un futuro paraíso perdido. El rumbo incierto de mi
esperanza estaba signado en las colinas musicales de mi
país natal. Lo que yo perseguía era la corza frágil, el lebrel
efímero, la belleza de la piedra que se convierte en ángel.

Ya no desfallezco ante el mar ahogado de los besos.
Al encuentro de las ciudades:
Por guía los tobillos de una imaginada arquitectura
Por alimento la furia del hijo pródigo
Por antepasados, los parques que sueñan en la nieve, los
árboles que incitan a la más grande melancolía, las puertas
de oxígeno que estremece la bruma cálida del sur, la mujer
fatal cuya espalda se inclina dulcemente en las riberas
sombrías.

Yo amo la perla mágica que es esconde en los ojos de los
silenciosos, el puñal amargo de los taciturnos.
Mi corazón se hizo barca de la noche y custodia de los
oprimidos.
Mi frente es la arcilla trágica, el cirio mortal de los caídos,
la campana de las tardes de otoño, el velamen dirigido hacia
el puerto menos venturoso
o al más desposeído por las ráfagas de la tormenta.
Yo me veo cara al sol, frente a las bahías mediterráneas, voz
que fluye de un césped de pájaros.

Mis cartas de amor no eran cartas de amor sino vísceras de
soledad.

Mis cartas de amor fueron secuestradas por los halcones
ultramarinos que atraviesan los espejos de la infancia.

Mis cartas de amor son ofrendas de un paraíso
de cortesanas.

¿Qué pasará más tarde, por no decir mañana? murmura el
viejo decrépito. Quizás la muerte silbe, ante sus ojos
encantados, la más bella balada de amor.


RETRATO DE LA BELLA DESCONOCIDA

En todos los sitios, en todas las playas, estaré esperándote.
Vendrás eternamente altiva
Vendrás lo sé, sin nostalgia, sin el feroz desencanto de los
años
Vendrá el eclipse, la noche polar
Vendrás, te inclinas sobre mis cenizas, sobre las cenizas del
tiempo perdido.
En todos los sitios, en todas las playas, eres la reina del
universo.

¿Qué seré en el porvenir? Serás rico dice la noche irreal.
Bajo esa órbita de fuego caen las rosas manchadas del
placer.
Sé que vendrás aunque no existas.
El porvenir: lobo helado con su corpiño de doncella
marítima.
Me empeño en descifrar este enigma de la infancia.
Mis amigos salen del oscuro firmamento
Mis amigos recluidos en una antigua prisión me hablan
Quiero en vano el corcel del mar, el girasol de tu risa
El demonio me visita en esta madriguera, mis amigos son
puros e inermes.

Puedo detenerme como un fantasma, solicitar de mis
antepasados que vengan en mi ayuda.

Pregunto: ¿Qué será de ti?
Trabajaré bajo el látigo del oro.
Ocultaré la imagen de la noche polar.

¿Por qué no llegas, fábula insomne?


POSESIÓN

El mundo pesa inicuo y solemne en mis raíces.
Acepto tus manos, tu dicha, mi delirio.
Si vuelves tú, si sueñas, tu imagen en la noche
me reconocerá.
Mi sangre de magia fluye hacia ti, bajo la
profecía del alba.


DIÁLOGO Y RECUERDO

Encumbrado a ti,

¿El relámpago de mi respiración?
¿El vuelo marítimo de un cisne o un zamuro?

¿Qué signo mío Te iba a despertar?

¿Los buscadores de oro?
¿La campana salobre mecida por el huracán?

Dejadme la pureza del estío y el canto del manantial
sobre los pinos en una hora alta
de paz y alegría.

Huérfano, y sin trompeta, y la mujer que abre su entrecejo
y es una potestad engañosa y el día que es una nube
efímera, y tú que vienes en el Fasto, Es lo natural,
Simplemente reposas o desvarías.

Desde el instante mío:
El que tañe en la raíz del húmedo fósforo
El de pulposo corazón, El que dilapida con
Ojos de ironía la escritura visible,

El de la parodia chirle, El de batir las
palmas, El supliciado, El que huye y tropieza
Con la máscara y el atavío,
El que amaina en la médula,
En algún lugar del camino, con ese regusto anticipado
del pueblo en que ibas a poner pie,

En la ruta, a remolque. Nulo. A
Tiro de fusil.